La presencia de los smartphones en nuestro día a día nos mantiene conectados las 24 horas con el mundo pero en muchas ocasiones, Internet provoca que casi sin darnos cuenta nos perdamos cosas que suceden justo en frente de nosotros, en el mundo real.
Al recorrer las calles de cualquier ciudad española no es difícil cruzarte con personas que caminan con la cabeza agachada, la mirada fija en la pantalla del teléfono móvil sin poner atención a lo que les rodea. Tampoco es infrecuente ver como en bares y restaurantes todos los que se encuentran sentados en torno a una mesa, en lugar de mantener una conversación cara a cara entre ellos, están concentrados en responder los mensajes de Whatsapp o publicar en Facebook la fotografía de los platos que están a punto de comer. Incluso es habitual encontrar en los bancos de los parques a padres que en lugar de estar pendientes de los juegos de sus hijos están absorbidos por lo que pasa al otro lado de la pantalla de su teléfono.
Algunos vídeos que reflejan está relación casi obsesiva que mantenemos con nuestros smartphones se ha convertido en un éxito viral. Observar nuestros propios comportamientos y los de nuestros semejantes en la vida cotidiana, pendientes 24 horas de las notificaciones de una aparato, y la constante presencia de la Red en nuestra existencia nos hace reflexionar si no estaremos demasiados enganchados a Internet, haciendo que nos perdamos lo que ocurre justo enfrente de nosotros en el mundo físico.
Quizás esto sea sólo una fiebre pasajera fruto del entusiasmo por algo nuevo que ha llegado a nuestras vidas de repente. Es posible que dentro de unos años echemos la vista atrás y nos avergoncemos de esto igual que lo hacemos de haber llevado hombreras y el pelo cardado en los 90 pero, ¿y si nuestras costumbres y la forma de relacionarnos con otras personas ha cambiado para siempre?
By QDQ media.