El comercio electrónico hace posible que un pequeño negocio pueda vender sus productos a clientes situados en cualquier parte del mundo, sin que esto implique que el empresario tenga que realizar una gran inversión en internacionalización. Al mismo tiempo que Internet permite llegar a nuevos mercados a coste reducido, el número de empresas que pueden hacernos competencia en la red es mayor.
Aunque el precio sea uno de los factores con más influencia para los clientes a la hora de tomar la decisión de compra, la estrategia de vender barato en la red no es la más efectiva para pequeñas empresas. Cuando se trata de competir por precio, en la mayor parte de los casos, será posible encontrar una gran compañía de Internet que ofrezca tarifas por debajo de las nuestras y de facilidades a los consumidores para el pago o en los plazos de entrega.
En lugar de apostar por vender a precios más bajos que nuestra competencia en Internet, debemos evaluar qué características nos diferencian del resto de las empresas y reforzarlas para marcar la diferencia de cara a los consumidores. Las fórmulas para conseguir destacar sobre la competencia son variadas pero, en general, se enfocan todas a un mismo objetivo: conseguir que los clientes estén satisfechos, que confíen en nosotros y que sean una herramienta de marketing más eficaz.
Si nuestro negocio aporta algo más al cliente que el simple hecho de ser la opción más barata, éste estará dispuesto a pagar un precio mayor por contar con esos servicios adicionales y tener la seguridad de que lo que adquieren es lo que realmente necesitan.
Ofrecer gastos de envío gratuitos, dar la posibilidad de realizar una prueba de los productos a domicilio, contar con opciones de personalización de los productos o asesorar a los clientes sobre los productos más adecuados para sus necesidades son algunos de los servicios que los usuarios aprecian a la hora de realizar una compra en Internet.
By QDQ media.